Se
trata de una parálisis facial que afecta sólo a una mitad
de la cara. Por lo general en más de un 94% de los casos la evolución
es favorable y la parálisis desaparece en el plazo de un mes.
Esta parálisis suele comenzar con unos síntomas que son
dolor o picor detrás de la oreja, a nivel del cuello. Ese picor
se produce un par de días antes de que comience a verse afectado
el nervio facial y dé señales de deterioro.
La parálisis comienza a notarse de manera casi fulminante, en el
plazo de pocas horas, y su intensidad puede ser muy variable. Puede traducirse
simplemente en una incapacidad para mover una mitad de la cara, la zona
de los labios correspondiente y por lo general tampoco puede cerrarse
completamente el ojo. La ceja también aparece inmóvil.
En casos más graves tanto el ojo como la boca aparecen caídos
y la expresión de la cara en reposo tiene claros signos de la parálisis,
algo que por ejemplo en casos menos graves puede pasar casi desadvertido.
Está claro que los casos más leves tienen mejor evolución
sobre todo si se notan los primeros síntomas de mejoría
en las primeras dos semanas.
Si pasado el primer mes no hay síntomas de mejoría entonces
la evolución puede necesitar de varios meses.
Si llegados a los primeros seis meses no se ha recuperado toda la funcionalidad
de la cara entonces es probable que queden secuelas permanentes.
En el caso de la parálisis de Bell suelen recetarse corticoides
y medicamentos para una posible infección con herpes. Hay que decir
que incluso en pacientes que no toman medicamentos la curación
tiene porcentajes muy elevados.
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